No más pechugas de pollo secas y aburridas. Con esta sencilla receta, las pechugas te quedarán jugosas, tiernas y bien ricas. ¡Y esta salsa te la querrás comer a cucharadas!

Tenemos las pechugas de pollo sin piel y limpias de grasa. Hacemos unos cortes en la parte superior de cada pechuga para que entre mejor la salsa. Salpimentamos al gusto por ambas caras. En una cacerola echamos un chorrito de aceite virgen extra. Colocamos las pechugas con los cortes hacia abajo. Dejamos que se doren bien. Una vez doradas por una cara, les damos la vuelta y doramos bien por la otra. Retiramos y reservamos. 

En la misma cacerola, echamos un par de cucharadas de curry en polvo, puede ser dulce o picante. Tostamos ligeramente el curry. Vertemos 200 ml de caldo de pollo y removemos bien. Vertemos 300 ml de nata para cocinar y removemos. Echamos 60 gramos de queso parmesano en polvo y volvemos a mezclar. Incorporamos nuevamente las pechugas. Removemos, tapamos y dejamos cocinar 10 minutos a fuego medio.

Pasado el tiempo volteamos las pechugas y dejamos 10 minutos más. Servimos en el plato de presentación y salseamos generosamente cada una de las pechugas. Acabamos decorando con un poco de perejil fresco picado 

Preparamos la crema pastelera. Disolvemos 40 g de maicena en medio litro de leche. Una vez disuelta la maicena vertemos la leche en un cazo. Añadimos 100 g de azúcar. Abrimos una vaina de vainilla por la mitad y sacamos las semillas. Echamos tanto las semillas como la vaina. Echamos también 4 yemas de huevo, mezclamos bien y encendemos el fuego. Removemos sin parar a fuego medio. Cuando la leche está llena de los puntitos de la vainilla sacamos la vaina y seguimos removiendo hasta que espese. Retiramos del fuego y echamos en un bol. Tapamos a piel con film transparente y dejamos atemperar para después guardarlo en la nevera. 

Estiramos una lámina de hojaldre cuadrada y cortamos en tres trozos más o menos iguales. Pinchamos con un tenedor o un rodillo cada uno de los trozos para evitar que se inflen. Espolvoreamos un poco de azúcar moreno y repartimos por toda la superficie, con una cucharada de postre en cada trozo será suficiente. Ponemos encima un trozo de papel de horno y otra bandeja para evitar que el hojaldre suba y nos quede bien crujiente. Tenemos el horno precalentado a 200 ºC, calor arriba-abajo. Horneamos durante 20 minutos.

Antes de rellenarlo lo dejamos enfriar. Una vez frío, cubrimos dos de los tres trozos de hojaldre con una fina capa de cabello de ángel. 

Batimos nuevamente la crema pastelera fría para conseguir que quede más cremosa y uniforme. Una vez lista, la pasamos a una manga pastelera con una boquilla de estrella. Rellenamos un trozo de hojaldre con una buena capa de crema pastelera. Colocamos la segunda lámina con el cabello de ángel encima y la cubrimos de crema. Acabamos el milhojas colocando la última lámina de hojaldre.

Antes de servir, la decoramos espolvoreando azúcar glas.

Cada vez me gustan más los arroces melosos, son fáciles de hacer y admiten mil variantes. En el canal podéis encontrar unos cuantos. Hoy, de costillas y alcachofas.

Limpiamos las alcachofas. Cortamos el tallo, quitamos las hojas más duras y cortamos la punta de la alcachofa. Partimos el corazón en 4 trozos, quitamos los pelillos y troceamos en 4 o 5 trozos dependiendo del tamaño. Vamos echando los trozos de alcachofa en un bol con agua con un poco de zumo de limón para que no se oxiden. Los tallos también los limpiamos, troceamos y al bol.

Salpimentamos un kilo de costillas de cerdo. En una cacerola echamos un buen chorro de aceite de oliva virgen extra. Echamos las costillas y las doramos bien por todos los lados. A medida que se vayan dorando las vamos retirando.

Echamos un ajo picado en la cacerola y lo doramos ligeramente. A continuación echamos la cebolla picada, una pizca de sal y removemos. Dejamos sofreír a fuego medio hasta que la cebolla esté bien pochada, unos 10 minutos aproximadamente. Agregamos una cucharada de postre de pimiento choricero, una cucharada de postre de tomate concentrado y removemos. Echamos 2 cucharadas de tomate frito y volvemos a mezclar. Vertemos 100 ml de vino tinto, subimos el fuego y dejamos reducir 5 minutos.

Pasado el tiempo echamos las alcachofas y mezclamos. Echamos 200 g de arroz carnaroli, que es perfecto para los arroces melosos. Mezclamos un par de minutos y echamos las costillas. Vertemos caldo  hasta prácticamente cubrir y dejamos cocinar 18 minutos. Vamos echando caldo a medida que lo necesite. 

No hay nada mejor que mojar pan en un plato. Este guiso, además de la salsa, lleva unas patatas que se deshacen en la boca y unos calamares tiernos y deliciosos. Y encima es muy fácil de hacer.

Cortamos en rodajas 1 kg de calamares limpios y los dejamos escurrir.

En una cacerola echamos un chorrito de aceite de oliva. Echamos un ajo picado y lo doramos. A continuación echamos media cebolla picada, un poco de sal y dejamos sofreír 10 minutos. Incorporamos una cucharada de tomate concentrado y removemos.

Salamos los calamares y los incorporamos a la cacerola. Removemos y vertemos 100 ml de vino tinto. Subimos el fuego al máximo y dejamos reducir 5 minutos. Pasado el tiempo echamos 90 g de tomate frito y removemos. 

Pelamos dos patatas grandes y las echamos a la cacerola chascándolas para que suelten el almidón y así conseguir que engorde el caldo. Vertemos caldo de pescado hasta casi cubrir. Dejamos cocinar 30 minutos a fuego medio. Rectificamos de sal si fuera necesario y, una vez acabado el tiempo de cocinado, ya podemos servir. 

Presentamos con un poco de perejil fresco picado. 

Comenzamos limpiando las almejas. Añadimos una cucharada de sal en un bol con agua con hielo y removemos hasta que la sal se haya disuelto. Echamos 500 g de almejas y las dejamos en la nevera durante 1 hora. Esto hará que suelten la arena que puedan tener. 

En una sartén echamos un chorrito de aceite de oliva virgen extra. Echamos 4 ajos laminados. Cuando empiecen a dorarse vertemos 50 ml de vino blanco, ponemos el fuego fuerte y dejamos reducir 5 minutos. 

Sacamos las almejas del agua y desechamos las que estén rotas o abiertas. Echamos las almejas en la sartén, vertemos medio vasito de agua, sal al gusto y tapamos. Dejamos cocinar hasta que se empiecen a abrir. A mi me gusta ir sacando las que estén abiertas, para que no se resequen. Las que no se hayan abierto las desechamos. Volvemos a echar las almejas a la sartén, espolvoreamos con perejil picado y ya podemos servir. 

Tenemos 120 g de harina de trigo en un bol. Le añadimos la mitad de un sobre de polvo de hornear, unos 8 g aproximadamente, y mezclamos. Reservamos.

En un cazo vertemos 200 ml de agua. Echamos 40 g de mantequilla sin sal, una cáscara de naranja, una de limón, una pizca de sal y una vaina de vainilla abierta por la mitad. Encendemos el fuego y dejamos que la mantequilla se derrita. Una vez que rompa a hervir retiramos las cáscaras de los cítricos y la vaina de vainilla. Apagamos el fuego y echamos de golpe la harina. Mezclamos hasta que la harina haya absorbido toda el agua. Nos debe de quedar una masa nada pegajosa. Dejamos atemperar unos 15 minutos. 

Incorporamos los huevos. En total voy a echar 3 huevos, pero esto depende del tamaño del huevo o el tipo de harina, así que lo mejor es echarlos de uno en uno. Batimos el primer huevo y se lo echamos a la masa, mezclamos hasta integrar completamente. Hacemos lo mismo con el segundo huevo. El tercero es preferible ir añadiendo en dos o tres veces para no pasarse. Debemos mezclar hasta conseguir el llamado punto pico de pato que no es más que al levantar la cuchara con la masa esta caiga y se quede con forma de pico.

Ponemos una sartén con abundante aceite de girasol o de oliva suave y vamos a echar porciones de masa con ayuda de un par de cucharas. Cuando el aceite esté bien caliente bajamos a fuego medio y echamos nuestros buñuelos. Poco a poco se van inflando. Ellos solos se van volteando, aunque podemos ayudarlos si no lo hacen. Estarán listos cuando exploten, es decir cuando se abran por alguno de sus lados.

Los pasamos sobre papel de cocina para que escurran el exceso de aceite y, seguidamente, los rebozamos en azúcar.

El día anterior preparamos el adobo del lomo. En un bol echamos 1 litro de agua y 100 g de sal, removemos hasta disolver la sal. Introducimos un trozo de lomo de cerdo y dejamos en la nevera un par de horas. Por otro lado, en el vaso de la picadora, echamos 1 ajo, una cucharada de orégano seco, una hoja de laurel, una cucharada de pimentón dulce, 50 ml de vino blanco y pimienta molida al gusto. Echamos un par de cucharadas de aceite de oliva virgen extra y trituramos. Vertemos un poco del adobo sobre film transparente y colocamos el lomo. Cubrimos con el resto del adobo y cerramos bien con el film. Reservamos en la nevera hasta el día siguiente, unas 24 horas. 

Para la masa disolvemos 5 g de levadura fresca en 75 g de agua. En el bol de la amasadora echamos 250 g de harina de trigo, 5 g de sal, 100 g de manteca de cerdo a temperatura ambiente y vertemos el agua con la levadura disuelta. Mezclamos primero con las manos, puesto que no hay mucha cantidad, hasta conseguir una masa homogénea. Luego, dejamos amasando durante 20 minutos a velocidad media. Formamos una bola, la ponemos en un bol, tapamos y dejamos reposar en la nevera 4 horas.

Aquí tenemos nuestro lomo adobado. Necesitamos 300 g de lomo, como he dicho al principio las proporciones importan, así que vamos a filetear 300 g de lomo adobado. Reservamos.

Para hacer la masa del hornazo necesitamos hacer 2 láminas de 20 x 25 cm y que nos sobre un poco para la decoración. Enharinamos un poco la superficie de trabajo, estiramos la masa con un rodillo, cortamos el sobrante y seguimos estirando hasta dejar un grosor de 2-3 mm. Cuando ya tengamos la medida, pasamos la masa a una bandeja de horno sobre papel vegetal. Estiramos otra lámina con los restos de masa y reservamos el sobrante para la decoración. 

Ponemos el relleno: 200 g de chorizo cortado en rodajas, 300 g de lomo de cerdo adobado y fileteado, y 50 g de jamón serrano. Colocamos la tapa de masa, apretamos los bordes con los dedos y pintamos con huevo batido. 

Estiramos los restos de masa que teníamos reservamos para hacer el dibujo característico del hornazo: un enrejado. Lo colocamos encima del hornazo, pintamos con huevo batido y dejamos reposar 20 minutos. Pasado el tiempo volvemos a pintar con huevo y al horno, que tenemos precalentado a 220 ºC con calor arriba-abajo. Horneamos durante 25 minutos.

Las torrijas de vino tinto son típicas de Andalucía y están tan ricas como las clásicas de leche. Si no las has probado aún, aquí te traigo la receta. Un postre para darse un capricho muy de vez en cuando, ¡pero qué rico que está!

700 ml de vino tinto

350 ml de agua

250 g de azúcar

1 rama de canela

2 cáscara de naranja

Comenzamos preparando una infusión. En un cazo echamos 700 ml de vino tinto, 350 ml de agua, 250 g de azúcar, una rama de canela y un par de trozos de cáscara de naranja. Mezclamos y llevamos a ebullición. Una vez que rompa a hervir lo dejamos 5 minutos. Echamos en un táper, tapamos y, una vez atemperado, lo reservamos en la nevera. Podéis dejarlo perfectamente hasta el día siguiente.

Para las torrijas es importante cortar pan del día anterior y dejarlo al aire, de esta manera estará más seco y aguantará mejor. Las rebanadas de pan no hay que cortarlas muy finas, porque sino se podrían romper fácilmente al cocinarlas.

Sacamos la infusión de la nevera y la colamos. 

Sumergimos las rebanadas de pan en la infusión de vino tinto y las pasamos por huevo batido. Las freímos en abundante aceite de girasol durante 2 o 3 minutos por cada lado. Las vamos dejando sobre papel de cocina. 

En un plato mezclamos 200 g de azúcar con una cucharada de canela molida. Pasamos nuestras torrijas por la mezcla y listas para servir. 

Acompañamos con helado de vainilla.